Nací en Gijón en 1971. En 1991 me encontré, por casualidad, con el mundo de la fotografía. Cursaba 3º de Bachillerato y una amiga me pidió que la acompañara a un curso de fotografía en blanco y negro, por las tardes en el instituto. Y aquello marcó un antes y un después en mi trayectoria vital, tanto personal como profesional. Era pura magia ver cómo emergía la imagen en la cubeta del revelador, primero los grises para dar paso, segundos después a los blancos y negros más intensos. En ese momento quedé atrapada para siempre. Y los estudios de Física que tenía intención de cursar en la universidad quedaron enterrados en el cuarto oscuro para siempre.
Comenzó, entonces, una época de investigación en el uso de combinaciones de diferentes películas fotográficas, reveladores, filtros y papeles para mis fotografías. Compré una ampliadora Meopta Magnifax 4A y me apropié de uno de los baños de la casa de mis padres. Incómodo y rudimentario (con la bañera tapada con unos paneles de madera a modo de encimera para colocar las cubetas) es donde revelo mis primeros carretes y positivo mis copias.
LO MÁS IMPORTANTE PARA MI ES PODER EXPRESAR MI MUNDO INTERIOR CON IMÁGENES
Después de varios cursos sobre diferentes disciplinas fotográficas, de alguna exposición y de pasar por la experiencia de ganar algún que otro concurso, di el salto al mundo profesional y me instalé en la provincia de Segovia. Una etapa que duró 20 años. Durante esa época me dediqué a reportajes sociales, prensa, fotografía de deportes y fotografía publicitaria. Monté mi propio estudio fotográfico, trabajando incesantemente en bodas, fotografía infantil y comuniones. Fueron años de intenso trabajo, pero todo ese cansancio acumulado (físico y mental) se veía compensado por la satisfacción de ver clientes satisfechos.
EN EL LADO PERSONAL, ME SUMERGÍ DE LLENO EN LA FOTOGRAFÍA DE NATURALEZA, DONDE LAS SIERRAS DE GUADARRAMA Y GREDOS ME OFRECIERON LOS MEJORES ESCENARIOS INVERNALES.
Ahora, después de 20 años, cuando muchos jóvenes tienen que dejar Asturias, regreso a mi tierra. Tras un punto y seguido para aterrizar, descansar, ordenar mi cabeza y reubicarme, me doy cuenta de que esto es lo mío y que no lo puedo dejar porque me encanta. Sólo necesitaba ver las cosas desde cierta distancia, respirar hondo y remontar de nuevo la corriente como los salmones de mi querida tierra, con las fuerzas renovadas y con ganas de afrontar nuevos retos profesionales como por ejemplo el vídeo.